El catastrófico Dalí

“Basta que un labio encuentre su apoyo exacto en un ángulo de la almohada para que el sueño nos estreche con todas sus fuerzas . . .

En la entrada del museo Reina Sofía de Madrid, España.

Charlie: ¡Qué guay! Para una vez que estamos en Madrid coincidimos con una exposición de Dalí. ¡Qué suerte!

Arya: Sí, la verdad que siempre he querido verla. Pero venga, vamos, no te duermas en los laureles que ya es la hora.

[…]

Recorren las primeras salas de la visita. Se detienen en una de los vídeos de Dalí. Tras la imagen del pintor sacando a un niño de las costillas de una cerdo, Arya se retira de la sala escandalizada.

Arya: ¡Este tío está loco! Se escapó del psiquiatra de pequeño y le salió bien la jugada.

Charlie: No, Arya, este hombre era un artista, solo que tenía unos rasgos un tanto peculiares.

Por ejemplo, su método paranoico-crítico, con el que pretendía plasmar las ideas de su consciente a la vez que las de su subconsciente. Por eso te parece tan extravagante. Piensa que al intentar escapar de la razón se despreocupa de la estética y de la moral, de ahí que el contenido sexual en ocasiones sea tan fuerte. Y por otro lado, solo un genio puedo manejar así los contrastes entre espacios vacíos y cuerpos distorsionados. En mi opinión, es un logro saber equilibrar lo macabro y lo erótico al mismo tiempo. A parte,su pintura no deja de ser minuciosa y detallista, que es lo que suele valorar la gente, aunque no sea un Historiador del Arte. (Dirige una mirada burlona hacia Arya.)

¡Ah! Y para tu información, según él los científicos le encontraban simpático y que no decía tantas tonterías como parecía. Su justificación era que como no conocía nada de nada, contaba lo que le apetecía; y como estaba dotado de cierta -Tono retintín- genialidad, de vez en cuando decía algo que no les parecía tan improbable.

Arya le mira escépticamente.

[…]

Se detienen enfrente de “La persistencia de la Memoria”.

«La persistencia de la memoria» Salvador Dalí

Arya: La verdad que no me extrañaría que el señor este echase mano de las matemáticas para la composición de sus cuadros. Ya sabes, proporción aurea, determinadas geometrías . . . Si tuviese un ojo más experto podría ficharlo, pero bueno, a fin de cuentas esas matemáticas han estado ligadas al arte, como quien dice, desde siempre.

Charlie: Hombre, desde luego en su etapa clásica, como en “El Cristo de San Juan de la Luz” se ve claramente como se basa en figuras geométricas simples para jugar con la perspectiva. Pero vamos, que Dalí en sus obras no necesita mucho para sorprender desde a un chef, hasta a un fanático de “buscando a Wally”; pasando por supuesto por los científicos. Y aquí tienes la muestra.

Arya: No te sigo.

Charlie: Sí, porque aunque no te lo creas, la forma redonda y blandengue del  queso Camembert le sugirió la idea de añadir relojes blandos a su pintura. También,
si te fijas, esa figura informe es en realidad un rostro formado por un ojo de perfil, una nariz y una lengua desproporcionadas. Y quien te dice a ti, que lo de los relojes no sea un guiño a la Teoría de la Relatividad de Einstein.

Arya muestra un atisbo de convencimiento.

Siguen con la visita, guiada y explicada por Charlie.

[…]

Llegan al final de la exposición. Se detienen delante del cuadro “Desprendimiento topológico de Europa”.

«Desprendimiento topológico de Europa» Salvador dalí

Charlie: Et voilà! Aquí tienes tus fórmulas y proporciones.

Arya: (Asombrada) Pero, ¡esto es la gota que colma el vaso!

Charlie: (Desubicado y sarcástico) Bueno, perdoname por no ser un docto en la materia.

Arya: No, no, literalmente, que esto está dedicado a René Thom, el padre de la Teoría de las Catastrofes. Jopé con Dalí, esto va mucho más allá de la matemática euclídea y clásica . . . (Vuelve la cabeza a Charlie. Él la está mirado atónito.) No me mires con esa cara que todavía no he dicho nada raro. Te explico, René Thom fue un matemático del siglo pasado, contemporáneo de Dalí. Esa fórmula que ves ahí escrita, y su gráfica que la acompaña, es una de las catastrofes elementales que clasificó Thom, se llama “cola de milano”. Para que te hagas una idea, Thom pretendía expresar en lenguaje matemático las catastrofes que se producen en los sistemas dinámicos (sistemas cambiantes). Dejando a un lado la definición rigurosa, se suele metaforizar con el vaso repleto de agua: Si llenas un vaso hasta arriba de agua, el sistema está estable, sin embargo, si dejas caer una gota más se rompe este equilibrio y se desborda el vaso, dando lugar a una situación cualitativamente, a parte de cuantitativamente, muy distinta. Esto en matemáticas sería lo que se llama una “catastrofe”. Y el este señor, que por cierto ganó una Medalla Fields ni más ni menos, demostró que para una o dos variables y cuatro parámetros hay siete catástrofes elementales posibles. Los nombres son curiosos: pliegues, cúspides, mariposas, ombligos elípticos, ombligos hiperbólicos, ombligos parabólicos, y, la que por lo que veo en esta sala es la favorita de nuestro pintor, las colas de milano.

Charlie: (Manteniendo su cara de asombro) ¿Sabes? Espero fervientemente nuestra próxima escapada intelectual.

Arya: Jajaja, me parece bien, estaré encantada de repetirlo.

Un saludo, Arya y Charlie

…Es entonces cuando la frente horrible avanza pesadamente y se apoya en la columna blanda de la nariz en forma de torbellino desalentado”